Don't Discard Anyone

by Mario Vega

Joel Comiskey has written on other occasions about the time it takes to multiply cells from one region of the world to another. He has spoken that in Latin America it takes six months approximately for a cell to mature and multiply while in Europe it might take two years.

Everyone should know their particular context in order to avoid developing excessive expectations when setting their multiplication goals. On the other hand, it’s important NOT to set the bar too low.

Regardless of the time in each context, the big question remains: what do you do with those cells that do not multiply? Some believe in closing cells that don’t multiply. Our position at Elim is that you must not discard any leader and should not close any cell. If multiplication is not happening, it is because something is wrong that needs to be fixed. The problem might be the leader, the cell’s internal dynamic, or some other problem.

It is the coach’s task to examine and identify the problem and offer solutions. Jesus never discarded anyone for incompetence. Rather, Jesus helped the person to be competent. No one should be discarded or set aside in cell ministry. It is not about getting rid of the weak links but of making them strong links. We must not subtract strength but add strength. There is room for everyone in the Kingdom of God, and Jesus will not cast out anyone.

Situations like sin can lead to dismissal of a leader for a time of restoration. But even during the period of discipline, restoration is taking place. It is a period of support to move forward later on with renewed strength.

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Mario

Translation in Spanish

¡No deseches a nadie!

Joel Comiskey ha escrito en otras ocasiones sobre el tiempo que toma la multiplicación de una célula de una región del mundo a otra. Ha hablado que en Latinoamérica toma un aproximado de seis meses para que una célula madure y se multiplique, en Europa ese tiempo es de dos años.

Cada quien debe ubicarse en su contexto particular para no desarrollar expectativas excesivas a la hora de fijar sus metas de multiplicación, pero tampoco para establecer plazos demasiado laxos.

Independientemente del tiempo en cada contexto, la gran pregunta continúa siendo: ¿qué hacer con aquellas células que no se multiplican? Algunos han respondido que se deben clausurar. Nuestra posición en Elim es que no se debe desechar a ningún líder y no se debe cerrar ninguna célula. Si la multiplicación no se está produciendo es porque algo anda mal. Puede ser que el problema sea con el líder, puede ser que sea con la dinámica interna de la célula.

Pero esas dos cosas son remediables. Es tarea de los supervisores el examinar e identificar las debilidades. Luego, deben esforzarse por suplir los elementos que hacen falta. Jesús nunca desechó a nadie por incompetente, les ayudó a ser competentes. En el trabajo celular nada se debe desechar. No se trata de deshacerse de los eslabones débiles sino de convertirlos en eslabones fuertes. No debemos restar fuerzas sino sumar. Todos caben en el Reino de Dios y Jesús a nadie hecha fuera.

Situaciones como el pecado pueden conducir a cesar a un líder por un tiempo de restauración. Pero aún eso, es tiempo de restauración. Es un período de ayuda para luego seguir adelante con nuevas fuerzas.